Hechos 16:26

 

 

LA SANIDAD DIVINA

 

Creemos que Dios tiene poder para sanar todas nuestras dolencias físicas, si así es su voluntad y que la Sanidad Divina es un resultado del sacrificio de Cristo; pues El llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores (Isaías 53:4). La sanidad del cuerpo se efectúa por una combinación de la fe del creyente y del poder del Nombre de Jesucristo que se invoca sobre el enfermo. El Señor Jesucristo prometió que los que creyeran en su Nombre pondrían las manos sobre los enfermos y estos sanarían (Marcos 16:18). Los enfermos deben ser ungidos con aceite en el Nombre de Jesucristo por ministros ordenados para que el Señor cumpla sus promesas (Juan 14:13; Salmos 103:1- 4; Lucas 9:1-3; 1 Corintios 12:9; Santiago 5:14-16).

Creemos que la Sanidad Divina se obtiene por la fe y que en caso de que algún hermano tenga necesidad de someterse a los cuidados y ministraciones de la ciencia médica, los demás no deben criticarlo, sino considerarse a sí mismos y guardarse de encontrar condenación con lo que ellos mismos aprueban (Romanos 14:22). Recomendamos que los miembros y ministros de nuestra Iglesia se abstengan de lanzar críticas indebidas a la ciencia médica, cuyos adelantos nadie puede negar y que se originan en la habilidad que Dios ha dado a los hombres para ir descubriendo los secretos del funcionamiento del organismo humano. Al mismo tiempo, los exhortamos a que no se opongan a las campañas de higiene, vacunación y limpieza que sean iniciadas por el gobierno, sino que, por lo contrario, colaboren decididamente en los lugares donde sea posible.